Comprendiendo nuestro entorno: La importancia de la investigación social

La investigación en las ciencias y disciplinas sociales suele pensarse como un ejercicio complejo, reservado para personas con niveles de erudición sobresalientes congregadas en grupos por demás exclusivos. Es cierto que la academia es un espacio reducido, puesto que la vasta mayoría de la población nacional tiene un nivel educativo correspondiente al tercer grado de secundaria (INEGI, 2019). Sin embargo, ello no explica por qué las instituciones académicas parecen percibirse como ajenas a la mayor parte de la sociedad.

El hecho de que sólo un 1% de las mexicanas y los mexicanos tengan acceso a una educación de posgrado (INEGI, 2019) no constituye un problema en sí mismo, pues no todas las ocupaciones requieren de una alta especialización. Empero, que la producción académica de ese 1% carezca de repercusiones favorables para el resto de la población es tan alarmante como deleznable.

A inicios de su gestión como Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador declaró que reduciría el presupuesto asignado para el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) (Expansión, 2020), por considerar que su actividad no es prioritaria en un país con necesidades mucho más apremiantes. La respuesta de la comunidad científica fue apabullante, bajo el argumento de que la investigación es la base de todo progreso en materia ambiental, energética, agrícola, o sanitaria, tan sólo por mencionar algunos rubros. Esta tensión se resolvió en los meses subsecuentes; sin embargo, en esa coyuntura saltó a la vista un problema todavía más profundo: la ausencia de las ciencias y disciplinas sociales en dicha discusión.

Con independencia de la intencionalidad o de la estrategia política que subyace en las declaraciones del Presidente, lo cierto es que estas ponen de manifiesto la necesidad de replantear el quehacer académico en nuestro campo disciplinario. En ese orden de ideas, son varios los elementos que están en juego: (a) la calidad de la investigación; (b) la pertinencia de esta; (c) la difusión de sus resultados; y, sobre todo, (d) las consecuencias reales que puede traer para la población.

En cuanto a la calidad de la investigación, vale la pena decir que esta no se logra por el mero hecho de estudiar uno, dos, o tres posgrados. El rigor metodológico, poco valorado entre algunos cientistas sociales, no depende del objeto de estudio ni de la ciencia a partir de la cual se procura entenderlo. Esta afirmación es aplicable también para los estudios en campos disciplinarios como el Derecho; más allá de la identificación de un problema, se requiere de un planteamiento lógico y de una aproximación adecuada para explicarlo. La fuerza metodológica de las investigaciones en torno al Derecho es por demás relevante, máxime si se considera que, a diferencia de otros objetos de estudio, este posee una propiedad performativa (Conte, 1994). Comprender el marco normativo a partir del cual se espera regular las interacciones entre Estados, instituciones o personas no es poca cosa. Así pues, aquí se propone que la calidad de las investigaciones en ese rubro atraviesa necesariamente por el tamiz de una metodología jurídica robusta.

Otro de los atributos necesarios para la producción académica es su pertinencia, tanto en términos teóricos como prácticos. Esto significa que cualquier investigación habría de generar aportaciones en dos sentidos: por un lado, subsanando las lagunas del conocimiento sobre un objeto de estudio en particular((Este tipo de contribuciones pueden ser de varios tipos. Por ejemplo, puede tomarse como referencia una elaboración teórica previa para discutir sus alcances y limitaciones a la luz de un caso de estudio, hacer una revisión exhaustiva de las aportaciones previas en un campo de estudio y sistematizarlas, o realizar una elaboración teórica propia.)); por otro, respondiendo a las necesidades sociales del contexto en el que se desarrolla. En los estudios del Derecho, por ejemplo, además de las aproximaciones que versan sobre la Doctrina (y que por tanto contribuyen a robustecer la práctica jurídica) cabe formular interrogantes en torno a sus modificaciones, a su aplicación, o al acceso a la justicia. En un país como México, donde la desigualdad no se limita a los recursos económicos, la confianza en el Poder Judicial se limita a un 22% (Latinobarómetro, 2018).  Los factores para explicar este fenómeno, y muchos otros, no se encuentra exclusivamente en el marco jurídico sino en la vinculación entre este y la sociedad que pretende regular. Pero, ¿para qué invertir tiempo, dinero y esfuerzos en un estudio de esas características?

Todo producto académico que se precie de ser útil habría de ser riguroso y pertinente. Empero, de poco serviría si este se limita a las fronteras de la academia o, peor aún, a las del espacio en el que se ha desarrollado. Contrario a lo que parece suponerse, el objetivo de la investigación consiste precisamente en dar a conocer sus resultados a un público más amplio. Por ese motivo, aquí se sostiene que la difusión de los productos académicos es tan relevante como su elaboración. Para ello resulta esencial elaborar planteamientos claros, concisos, y accesibles. A fin de cuentas, ¿qué utilidad puede tener una investigación cuya comprensión escapa de las habilidades del grueso de quienes acceden a ella? Con esto no se pretende que todas las personas sean expertas en todas las áreas, y tampoco que quienes se especializan en una disciplina abandonen el rigor en aras del alcance de sus productos. Simplemente se espera señalar que, para evitar la lejanía entre los espacios académicos y la sociedad en general, es tarea de los primeros democratizar el conocimiento.

Podrá objetarse, a la par del ya citado señalamiento de López Obrador, que la asignación de un presupuesto concreto para el desarrollo de la ciencia no coincide con los beneficios que esta trae para la población en general. Ese argumento es especialmente fuerte para el caso de las ciencias y disciplinas sociales, que presumiblemente aportan poco para resolver los problemas nacionales. En contraste con esa apreciación, quien escribe estas líneas sostiene que la investigación en materia social es tan importante como cualquier otra. ¿Cómo puede erradicarse la corrupción en un sistema político cuyo funcionamiento se desconoce?, ¿cómo modificar las estructuras que generan desigualdad si no se sabe el modo en que se configuran y evolucionan?, ¿es acaso posible generar un acceso igualitario a la justicia si no se estudia la naturaleza del marco jurídico, o el modo en que este se vincula con el tejido social?

Aquí se sostiene que las ciencias y disciplinas sociales son trascendentes para entender un entorno en constante modificación. No obstante, algo debe concederse a la observación antes referida: el hecho de que exista una percepción generalizada de que estas tienen poco valor no es imputable a quienes no pertenecen a la academia, sino a quienes la integran. Esto se debe en buena medida a carencias en los cuatro puntos señalados. No requerimos de opiniones aparentemente informadas, sino de análisis fundados en una investigación lógica y rigurosa, conscientes de las necesidades públicas. En ese mismo sentido, la difusión de los resultados resulta clave no sólo como un ejercicio comunicativo sino porque abre la posibilidad para su aplicación.

En virtud de las consideraciones anteriores, este escrito pretende señalar la importancia de la investigación en el Derecho y en otras disciplinas sociales. Esa importancia se funda, precisamente, en la existencia de problemas apremiantes en los ámbitos político, jurídico, económico, social, y ambiental. Dicho en una sola frase: es imposible mejorar la vida de las personas si no se comprende la complejidad de los problemas estructurales que las trastocan.

 

Fuentes de información:

– Conte, Amedeo (1992) “Forma performativa”, en Anuario de filosofía del derecho, vol. 11, p. 381 – 392.

– Expansión (2020) “AMLO defiende recortes: con investigadores también había abusos y corrupción”, en Expansión (En línea) Disponible en: https://politica.expansion.mx/presidencia/2020/05/28/amlo-defiende-recortes-con-investigadores-tambien-habia-abusos-y-corrupcion Fecha de consulta: 10 de septiembre de 2020.

– INEGI (2019) “Escolaridad”, en INEGI (En línea) Disponible en: http://cuentame.inegi.org.mx/poblacion/escolaridad.aspx?tema=P%20#:~:text=En%20M%C3%A9xico%2C%20los%20habitantes%20de,m%C3%A1s%20de%20la%20secundaria%20concluida.&text=Estudios%20t%C3%A9cnicos%20o%20comerciales%20con%20primaria%20terminada%20y%20secundaria.&text=Preparatoria%2C%20estudios%20t%C3%A9cnicos%20o%20comerciales%20con%20secundaria%20terminada%20y%20normal%20b%C3%A1sica. Fecha de consulta: 10 de septiembre de 2020.

– Latinobarómetro (2018) “Confianza en las instituciones” en Análisis Online (En línea) Disponible en: https://www.latinobarometro.org/latOnline.jsp Fecha de consulta: 10 de septiembre de 2020.

 

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