Contaminación Lumínica – Elementos de Publicidad Exterior

Giuliana Patricia Becerra Celis

 

La invención de la luz eléctrica revolucionó y marcó un hito en la sociedad produciendo con ello la iluminación eléctrica que se usa para iluminar las ciudades y los hogares por la noche y para contar con luz adicional durante el día. No obstante, investigaciones recientes han demostrado que el exceso o el diseño inadecuado de la iluminación pueden tener efectos significativos sobre la salud humana, la biodiversidad y la seguridad vial, además del consumo energético asociado y la afectación sobre el ornato público y la visibilidad del cielo nocturno. El término usado para describir los efectos adversos de la iluminación artificial se denomina «contaminación lumínica» (Hölker et al., 2010).

La contaminación lumínica, como parte de la contaminación visual, es una consecuencia que tiene diversos orígenes, donde, los carteles publicitarios LED(( LED: Diodo emisor de luz (en inglés, Light Emitting Eiode).)) son la fuente más representativa, y que además tienen una presencia visible cada vez mayor en nuestras ciudades, por lo que actualmente nos enfrentamos a un nuevo desafío. Los impactos en la población y en los ecosistemas de nuestro país han sido poco estudiados y se carece de una regulación a la fecha. 

En el estudio de Franz Hölker et al. “The Dark Side of Light: A Transdisciplinary Research Agenda for Light Pollution Policy”, se indica que la luz nocturna artificial puede tener graves consecuencias fisiológicas para los humanos, implicaciones ecológicas y evolutivas para las poblaciones animales y vegetales, y puede alterar ecosistemas enteros.

Nuestros cuerpos han evolucionado para vivir sobre la base de ritmos circadianos –que transcurren en períodos de 24 horas aproximadamente– durante los cuales realizamos varios procesos fisiológicos como el ciclo de sueño-vigilia, la regulación de la temperatura corporal, el metabolismo, entre otros. Para ello, nuestros cuerpos utilizan la presencia, intensidad o ausencia de luz que perciben nuestros ojos como indicadores para controlar los ritmos circadianos.

Una de las principales preocupaciones de salud, resultantes de la intensidad lumínica de fuentes artificiales, se relaciona con la interrupción circadiana. Durante las horas del sueño, nuestros cuerpos realizan tareas importantes como la consolidación de la memoria a largo plazo y la reparación de los músculos. Cuando se interrumpe el sueño, a causa de la luz intrusiva, esto puede tener efectos en el rendimiento, la salud mental y física de las personas (Lunn et al., 2017). 

Dentro de los tipos de iluminación que se pueden generar artificialmente está la luz azul – de longitud de onda más corta – que es percibida por nuestro cuerpo como luz del día. Cuando nos exponemos a esta luz azul por la noche, como ocurre, por ejemplo, al observar la iluminación de pantallas LED que generan este tipo de iluminación, nuestros ritmos circadianos pueden verse afectados y, por ende, nuestra salud (Garcia-Saenz A., Sánchez de Miguel A. et al., 2018). Razón por la cual, investigadores y organizaciones importantes como la American Medical Association (2016).recomiendan a los gobiernos locales y al público en general reducir la sobreexposición a la luminancia en exteriores, con especial énfasis en la sobreexposición a la luz azul .

Actualmente, existe evidencia de que los paneles LED constituyen una amenaza a la seguridad vial, puesto que, el brillo intenso de los paneles y la proyección de imágenes en movimiento tiene un impacto negativo significativo en el rendimiento del conductor, lo que aumentaría el riesgo de accidentes de tráfico. Según el Ministerio de Transportes y Comunicaciones, en el 2018 fallecieron 3 245 personas a causa de accidentes de tránsito en el Perú. Esta cifra ha ido en aumento respecto a los años anteriores, siendo Lima el departamento que concentra los índices más altos de accidentes de tránsito (INEI, 2018), seguido de La Libertad y Arequipa.

Por otro lado, la OMS (2018) reporta que, en el Perú, por cada 100 000 habitantes, 13.5 se relacionan con accidentes de tránsito. Estos datos resultan preocupantes al ser comparados con países como Canadá (5.8) o Cuba (8.1). En dos estudios efectuados en los Estados de Alabama y Florida (Estados Unidos) realizados por Islam (2015) y Sisiopiku et al. (2015) sugieren que la publicidad digital en la carretera —incluidos los paneles LED— aumenta el riesgo de accidentes de tráfico en un 25-29%.

Recientemente, Oviedo-Trespalacios et al. (2019) realizaron una amplia revisión de todas las investigaciones relevantes (más de 80 estudios realizados en Australia, Estados Unidos y Reino Unido) sobre los efectos de los carteles publicitarios en la seguridad vial, incluidos los paneles LED. Descubrieron que la distracción del conductor es uno de los principales factores que conducen a los accidentes de tráfico. La publicidad en la carretera, como la que se realiza a través de pantallas LED, es uno de los factores de distracción (otros distractores incluyen, por ejemplo, el uso de teléfonos móviles). Además, descubrieron que las imágenes cambiantes o de video en una cartelera LED son percibidas por el cerebro como movimiento y distraen más a los conductores que las señales estáticas (como la publicidad de carteles tradicionales). 

El brillo también es un factor importante a considerar. La revisión de Zalesinska (2018) en Polonia menciona que cuando se realizó una encuesta, entre el 62% y el 80% de los conductores declaran que las vallas publicitarias con LED digitales tuvieron un impacto negativo en su campo visual al conducir. Además, evidenció que, por la noche, el brillo de estos paneles LED por encima de 400 cd/m2 tenía un impacto negativo significativo en el rendimiento del conductor, lo que aumentaba el riesgo de accidentes de tráfico. Sin embargo, Luginbuhl (2009) en base a mediciones de luminancia en el Estado de Arizona (Estados Unidos) propone que las vallas publicitarias no deban superar los 100 cd/m2 por la noche, un valor similar a la de los paneles iluminados no digitales.

Por otro lado, durante los últimos años, los impactos negativos de la intensidad luminosa en la biodiversidad han sido ampliamente estudiados.  Los efectos de la luz artificial a la biodiversidad son diversos. Por ejemplo, se ha mostrado que la luz artificial influencia la fisiología reproductiva de los mamíferos (Robert et al. 2015). Las aves también se ven afectadas, en especial su capacidad de orientarse (Horton et al. 2019). La luz artificial puede causar desorientación para las aves migratorias – que vuelan mucho por la noche – justo en el momento más crítico de su ciclo anual, la migración (Cabrera-Cruz et al., 2018). Esta situación es relevante porque el Perú, incluso Lima, es uno de los países que recibe gran cantidad de especies de aves migratorias como las gaviotas de Franklin, gaviotines de varias especies, cigüeñuelas, águilas pescadoras y otras (Wust, 2018). 

Siendo Lima una ciudad costera, es importante considerar el efecto de la luz artificial sobre los ecosistemas marinos. Davies et al. (2014) resumen los impactos de la luz artificial sobre estos ecosistemas y describen los efectos en los organismos desde los que se encuentran más abajo en la cadena trófica hasta la fauna grande, como para las tortugas marinas, que pierden la orientación en el crítico momento de anidación y eclosión de las crías. Otro ejemplo es la pérdida de orientación de muchas especies marinas que usan la luz de las estrellas y la luna para sincronizar el tiempo para la reproducción. Manríquez et al. 2019 estudiaron los efectos negativos de la luz artificial sobre el ‘loco’ (Concholepas concholepas), una especie de molusco encontrada en Chile y Perú, importante por su valor ecológico y económico; que al ser afectada por la luz artificial, se alteraría toda la estructura de la comunidad del hábitat intertidal. 

Otro aspecto a resaltar, es el gasto energético relacionado con la iluminación comercial y el alumbrado público, que en el Perú corresponde a un cuarto del gasto energético total (Ministerio de Energía y Minas, 2019). De acuerdo con la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (2019), un panel LED de tamaño estándar; aproximadamente 12m x 6m (72 m2), tiene una potencia promedio de 11,84 kW (kilowatts). Teniendo en cuenta que estos se encuentran encendidos durante todo el día, se estima que el consumo mensual de un solo panel es de alrededor de 8 524,8 kWh (kilowatts por hora), lo cual resulta equivalente al consumo aproximado de 56 viviendas peruanas.

Si bien en el Perú, la Ley N° 27972 – Ley Orgánica de Municipalidades confiere a los gobiernos locales las funciones de regular, controlar, fiscalizar, así como otorgar derechos y licencias en materia de autorizaciones para la ubicación de anuncios, avisos publicitarios, propaganda política en el ámbito de su jurisdicción, aún existe una brecha normativa específica referida a la regulación de los Elementos de Publicidad Exterior a nivel nacional. Este vacío no permite abarcar aspectos inherentes a estos elementos como lo son: ubicación, clasificación, dimensionamiento, luminancia, disposición final, entre otros, que permitan su adecuada gestión, con la finalidad de prevenir la contaminación lumínica y visual en el Perú, mejorando la calidad de vida humana y fauna silvestre, así como promover la eficiencia energética y contribuir con la seguridad vial.

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