Derecho a ser felices – Segunda parte

Por Alejandra Infantes Chávez[1] y Alonso Salazar Zimmermann[2]

En la primera parte de este artículo (clic aquí) explicamos el bienestar como un concepto amplio que engloba percepciones subjetivas y objetivas sobre la satisfacción con nuestras vidas, felicidad, ausencia de enfermedad, lograr conexiones sociales, entre otros. En otras palabras, estar bien física y emocionalmente. Explicamos también que la profesión legal disminuye considerablemente los niveles de bienestar de quienes la ejercen.

Adelantamos que un amplio estudio de la American Bar Association (ABA) sobre 13,000 abogados en ejercicio concluyó que entre 21 y 36%[3] tenía problemas con el alcohol, 28% sufría de depresión, 19% de ansiedad y 23% de estrés[4]. Resultados sumamente preocupantes, pero que lamentablemente no son hechos aislados. Muchos otros estudios a nivel mundial han obtenido resultados similares.

En Australia, por ejemplo, se ha reportado que los abogados sufren cuadros depresivos, ansiosos y de estrés por encima de la población general, y que hasta uno de cada dos estudiantes, solicitors y barristers sufrirían de depresión[5].

Por su parte, la IBA realizó el primer estudio internacional sobre bienestar en la profesión legal. Entre julio y diciembre de 2020 encuestó a más de 3,256 profesionales y más de 180 organizaciones (colegios de abogados, estudios, áreas legales de empresas, entre otros). Los resultados también muestran indicadores de preocupación. Entre los principales factores que generan un impacto negativo sobre el bienestar están la presión y estrés del trabajo, la pesada carga laboral y un inadecuado balance entre la vida laboral y personal:

Los principales efectos de estos factores -que disminuyen en personas de mayor edad- son fatiga, mala calidad de sueño, ansiedad, alteración emocional, mala salud física, entre otros. Y aún más alarmante, se reportó que uno de cada diez entrevistados menores de 30 años experimentó pensamientos suicidas como consecuencia de problemas de bienestar derivados de sus trabajos:

La literatura en el tema es abundante y todas coinciden en los mismos problemas: altos índices de abuso de alcohol; depresión, ansiedad y otras enfermedades y males mentales; uso de drogas; entre otros problemas físicos y mentales, incluyendo pensamientos suicidas. En general, pintan la imagen de una profesión en la que quienes la practican ven seriamente disminuido su bienestar.

¿Pero cuáles son los factores principales que inciden sobre estos resultados? Patrick Schiltz lo explica muy bien[6]:

¿Por qué son los abogados tan poco sanos e infelices? ¿Por qué tantos abogados, en palabras del Juez Laurence Silberman, “odian lo que la práctica legal se ha vuelto”? Los abogados dan muchas explicaciones. Se quejan de la comercialización de la profesión legal -sobre todo el hecho de que ejercer derecho se ha vuelto menos una profesión y más un negocio. Se quejan sobre el incremento de presión por atraer y retener clientes en un mercado ferozmente competitivo. Se quejan de tener que trabajar en un ambiente adverso “en el que la agresión, el egoísmo, la hostilidad, la suspicacia y el cinismo están generalizados”. Se quejan de no tener control sobre sus vidas y de estar a merced de jueces y clientes. Se quejan de la falta de civilidad entre abogados. Se quejan de la falta de camaradería y lealtad entre sus compañeros. Y se quejan de su pobre imagen pública. Más que nada, sin embargo, se quejan de las horas.

La pandemia solo ha empeorado esta realidad. Los límites entre vida laboral y privada que antes eran tenues, parecen ya no existir. La cantidad de horas que muchos trabajamos ahora es considerablemente mayor a épocas pre Covid-19, dado que ahora “estamos más disponibles”[7].

Lamentablemente casi no se ha estudiado este tema en nuestro país. Solo conocemos de un estudio realizado en 2009 que analizó el estrés, la ansiedad y la depresión en 1,137 magistrados del distrito judicial de Lima (635 del Ministerio Público y 502 del Poder Judicial). Los resultados son alarmantes:

(*) Información en porcentajes.

Los resultados mostraron que 1 de cada 3 magistrados sufría de estrés laboral. Buscando comparar estos resultados, los autores solo hallaron un estudio previo con el que hacerlo, a pesar de las diferencias: un estudio epidemiológico de salud mental realizado en Lima en 2002.  A continuación podemos ver la comparación entre resultados[8]:

(*) Información en porcentajes.

Aunque ciertamente distintos, la comparación entre estos estudios sugiere que el bienestar de profesionales legales es menor que el promedio de ciudadanos en general, y refuerza la necesidad de profundizar la investigación sobre el bienestar en la profesión legal. Esto, ciertamente, no ha cambiado en el tiempo. En 2015 La República llegó a reportar la excesiva carga procesal sobre el sistema de justicia en Arequipa, dando cuenta que cada fiscal asumía 385 carpetas fiscales cuando en realidad no deberían pasar de las 40[9].

Pero, lo que es peor, parece que estos problemas comienzan en las facultades de derecho. Un pequeño estudio llevado a cabo en la Universidad Católica del Perú advirtió que, si bien algunos estudiantes pueden aflorar en un ambiente de alta competitividad e intenso trabajo, otros experimentan precisamente lo contrario y ven seriamente disminuido su bienestar. Resaltó que “las facultades de derecho son potenciales terrenos fértiles para la desmoralización[10].

Esto concuerda con lo que advirtió un reporte de 2016 sobre el bienestar de más de 11,000 estudiantes de 15 facultades de derecho estadounidenses:

  • 43% reportó haber tomado hasta embriagarse en la semana previa al estudio, mientras que 22% lo hizo más de una vez en el mismo período. 25% se encuentra en situación de riesgo de desarrollar alcoholismo.
  • 17% sufría de depresión.
  • 37% sufría de ansiedad (23% entre baja y moderada, y 14% severa).
  • 21% había pensado en suicidarse en algún momento de sus vidas y 6% en los doce meses previos al estudio.

Estos resultados preocupan especialmente porque que se trata de estudiantes universitarios, a los que en muchos casos les esperan trabajos que solo acentuarán estos índices. Como explicó el Lawyer Wellbeing Report de 2017: “Los estudiantes de derecho entran a la facultad con alta satisfacción en sus vidas y fuertes medidas de salud mental. Pero dentro del primer año de carrera experimentan un incremento significativo de ansiedad y depresión. Los estudios sugieren que los estudiantes de derecho están entre los más insatisfechos, desmoralizados y deprimidos de cualquier población de cualquier estudiante graduado[11].

En suma, los estudios coinciden en que el malestar psicológico en los abogados empieza en la facultad, y se desarrolla en los 10 primeros años de su carrera y que, como profesionales, presentan altos niveles de estrés, ansiedad, depresión y abuso de sustancias, y bajos niveles de satisfacción laboral[12].

¿Cómo podemos cambiar esto? Recomendaciones para una vida más sana y equilibrada

Cuando hablamos de bienestar en la profesión del abogado, es importante resaltar que para lograr este estado es necesario que la carrera refleje y sea consistente con los valores personales, intereses y creencias[13]. Para ello es necesario tomar medidas en dos niveles, individual y grupal.

En el nivel individual, el primer paso para lograr una vida con bienestar parte de un autodiagnóstico sobre factores esenciales para cada persona: ¿me gusta lo que hago? ¿me reta intelectualmente? ¿me exige hacer cosas con las que no estoy de acuerdo éticamente? ¿afecta mi vida personal y familiar? ¿Qué me digo a mí mismo sobre el bienestar? ¿Cuántas veces me defino poco contactable por estar estresado?

Un análisis introspectivo permitirá tomar consciencia de nuestra situación y nuestros hábitos, los cuales son claves para el bienestar. La calidad de estos se refleja en la calidad de vida de cada uno. El objetivo es encontrar armonía personal que se perciba autentica para cada uno de nosotros con hábitos óptimos que tengan un impacto positivo en nuestra salud física y mental.

Para lograrlo, es importante ser consciente de patrones de comportamientos nocivos y buscar insertar nuevas rutinas en las actividades diarias que puedan contrarrestarlos. Por ejemplo, llevar una agenda de estas actividades, invertir tiempo en sistemas contables, planear con anticipación, detectar errores de pensamiento, usar premios y castigos frente a los avances o errores[14].

Estos pequeños cambios también deben verse reflejados en una cultura organizacional y profesional que promueva la salud física y mental de las personas[15]. En tanto somos seres sociales, el grupo con el que pasemos más tiempo afectará nuestro mundo interno. Es así como el dicho “dime con quién andas y te diré quién eres” toma sentido científico desde el efecto bandwagon: la regla general es que las conductas y las creencias individuales serán afectadas por las grupales para ahorrar la energía cognitiva que confrontar las ideas propias genera[16].

Es decir, las personas que nos rodean afectan nuestro mundo interno e impactan sobre nuestro bienestar[17]. Un meta-estudio de 148 investigaciones, con más de 300,000 participantes demostró que nuestras relaciones sociales impactan en la expectativa de vida[18]. Entonces, resulta importante cuestionarnos diversos aspectos centrales de nuestra relación con el trabajo. ¿Nuestro espacio laboral es asertivo? ¿Nuestros pares o superiores tienen conductas y creencias sanas sobre el trabajo? ¿Se evidencia una cultura que parte del respeto a la persona? ¿El sacrificio personal es medida de éxito? ¿Podemos decir “no” sin sentirnos culpables? ¿Se habla de salud mental abiertamente?  En tanto requerimos de ambientes sanos para desarrollar una salud óptima, necesitamos cambiar el sistema que perpetua los hábitos poco sanos[19].

Para esto es indispensable hablar abiertamente sobre el bienestar en los abogados y promover su discusión desde las facultades de derecho. Y al mismo tiempo buscar y promover espacios laborales en los que los empleadores consideren el bienestar de su equipo un valor importante al que buscan llegar mediante pasos prácticos. Después de todo, nuestra mejor versión aflora cuando estamos contentos, descansados y nos sentimos bien, no cuando nos gana el sueño y el estrés de la alta carga y largas jornadas de trabajo.

Por esto es necesario que los empleadores creen programas que promuevan el bienestar entre sus colaboradores, como explica el reporte de la ABA sobre bienestar en el mundo legal estadounidense. También recomienda que se deje de alentar conductas que lo reducen, como los horarios extendidos, las fiestas con alcohol o drogas, trabajar hasta altas horas de la madrugada. Y tan importante como lo anterior es abrir diálogos sobre temas como el suicidio, la depresión, ansiedad o demás afecciones vinculadas a las emociones[20].

El derecho no es una profesión sencilla. En buena medida vivimos de los conflictos de terceros, de los cuales resulta difícil mantenernos ajenos aunque no seamos parte de ellos y lo intentemos. Dependemos de un sistema muchas veces ineficiente, burocrático y hasta corrupto. Se vive también a merced de lo que los clientes o usuarios del sistema demandan. Todo esto se ve reflejado en la abundante data que apunta a una misma dirección: el derecho es una profesión nociva para quienes la estudian y practican.

Esta realidad nos obliga prestarle más atención al bienestar de los distintos actores legales. Es momento de empezar a hablar del tema y tomar verdadera conciencia del impacto que esto genera sobre nuestras vidas, con ánimos de buscar un mayor y mejor balance entre la vida laboral y la personal. La clave para poder vivir una vida con bienestar es encontrar el equilibrio entre ellas[21], pues el bienestar no es solo la motivación de ser feliz, sino más bien, el resultado de una vida bien vivida (Ryff & Singer, 1998)[22]. No lo olvidemos: los abogados también tenemos derecho a ser felices.


[1] Bachiller en Derecho por la Universidad San Pablo de Arequipa. Psicóloga por la Universidad San Pablo de Arequipa. Directora de Psycholawgy. Asociada de Baxel Consultores.

[2] Abogado por la Pontificia Universidad Católica del Perú. Asociado de Baxel Consultores.

[3] Debemos precisar que por error se consignaron estas cifras entre 31 y 36%, cuando en realidad son entre 21 y 36%.

[4] Krill, Patrick R.; Johnson, Ryan; Albert, Linda (2016). The Prevalence of Substance Use and Other Mental Health Concerns Among American Attorneys. Journal of Addiction Medicine, 10(1), 46–52. doi:10.1097/adm.0000000000000182

[5] Ver el VLSB+C Lawyer Wellbeing Project de la Victorian Legal Services Board + Commissioner de 2019. Disponible en el siguiente enlace:

https://lsbc.vic.gov.au/sites/default/files/2020-07/Lawyer%20Wellbeing%20report.pdf

[6] Schiltz, P. J. (1999). On Being a Happy, Healthy, and Ethical Member of an Unhappy, Unhealthy, and Unethical Profession. 888-889.

[7] Un reciente artículo de El País ha abordado cómo la pandemia ha aumentado la cantidad de trabajo de estudio de abogados en España. Disponible en:

https://elpais-com.cdn.ampproject.org/c/s/elpais.com/economia/2021-04-04/vivir-para-trabajar-el-bucle-agotador-de-consultoras-grandes-despachos-y-bancos-de-inversion.html?outputType=amp

[8] Cabe precisar que el estudio metropolitano no evaluó específicamente el estrés laboral sino estresores vinculados al trabajo o al estudio.

[9] Ver: https://larepublica.pe/sociedad/889916-estres-comienza-a-pasar-factura-a-los-jueces-y-fiscales/?ref=lre

[10] Núñez del Prado, Pamela; Kern, Margaret; Del Mastro, Fernando; Torres Llosa, Kiara y Joanna Ríos. “A Mixed Methods Investigation of Factors Underlying Subjective Well-being and Academic Performance in Peruvian Law Students”. p. 21.

Disponible en: https://www.researchgate.net/publication/303939760_A_Mixed_Methods_Investigation_of_Factors_Underlying_Subjective_Well-being_and_Academic_Performance_in_Peruvian_Law_Students

[11] National Task Force on Lawyer Well-being. The path to lawyer well-being: Practical recommendations for positive change. The report of the National Task Force on Lawyer Well-being. 2017.

[12] Parkin, G. (2018). New Zealand Law Society. Obtenido de Talking about mental health: https://www.lawsociety.org.nz/practice-resources/personal-and-career-development/mind-and-body/talking-about-mental-health2

[13] Kinetics, H. (2010). Heatlh and wellness for life. United States of America.

[14] Stoewen, Debbie. (2017). Dimensions of wellness: Change your habits, change your life. Canadian Veterinary Journal. 58. 861-862.

[15] Chenoweth, David. Wellness Strategiesto Improve Employee Health, Performance and the Bottom Line.

Disponible en: https://www.shrm.org/foundation/ourwork/initiatives/resources-from-past-initiatives/Documents/Wellness%20Strategies%20to%20Improve%20Employee%20Health.pdf

[16] Maxwell, Amita. (2014). Bandwagon Effect and Network Externalities in market Demand. ASIAN JOURNAL OF MANAGEMENT RESEARCH Bandwagoneffectandnetworkexternalitiesinmarketdemand. 4. 527 to 532.

[17] Jetten, Jolanda & Haslam, Catherine & Haslam, S. & Dingle, Genevieve & Jones, Janelle. (2014). How Groups Affect Our Health and Well-Being: The Path from Theory to Policy. Social Issues and Policy Review. 8. 128. 10.1111/sipr.12003.

[18] Jetten, Jolanda & Haslam, Catherine & Haslam, S. & Dingle, Genevieve & Jones, Janelle. (2014). How Groups Affect Our Health and Well-Being: The Path from Theory to Policy. Social Issues and Policy Review. 8. 128. 10.1111/sipr.12003.

[19] Kemper, Kathi. (2009). Healthy Habits in a Healthy Habitat: Fundamentals for a Healthy Life. Natural Triad.

[20] Buchanan, B., & Coyle, J. (2018). National task force on lawyer Well-being. The path to Lawyer Well Being.

[21] Kinetics, H. (2010). Heatlh and wellness for life. United States of America.

[22] Ryff,  C.  D.,  &  Singer,  B.  (1998).  The contours of positive human health. Psychological Inquiry,9,1-28.

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