¿De qué hablamos cuando hablamos de Contratos visuales?

Por Alejandra Infantes

Imaginemos esta escena pre-pandémica: estamos en un centro comercial o un supermercado. En un momento de distracción se acerca un promotor de tarjetas de crédito y nos hace una oferta que en ese momento nuestra percepción decide que no podemos perder. Firmamos y un tiempo después descubrimos que no todo lo que brilla es oro, que el contrato tenía letras pequeñas que nos generaba una obligación de pago complicada, o que desvincularnos del plástico era más complicado que desatar nuestros audífonos.

La verdad es que, aunque seamos abogados, leer contratos con bloques de texto largo es antinatural. La mente humana es visual, pero no está diseñada para leer. Leer es un constructo social, importante y necesario, pero que en un mundo con tanta información tiene más filtros que la última foto que subimos a Instagram. Lo real es que no leemos contratos, ni analógicos, ni digitales, y que “he leído los términos y condiciones” pone en manifiesto la gran brecha entre lo que decimos que hacemos y lo que realmente hacemos.

Si leemos los bloques de información es posible que no entendamos todo. Esto no es sinónimo de un bajo coeficiente intelectual si no, más bien, el reflejo de nuestra racionalidad limitada: no tenemos por qué conocer todos los términos técnicos contractuales.

Esta realidad ha sido investigada por la Asociación Internacional de contratos y comercio internacional (IACCM), que determinó que el “88% de los usuarios afirmaron que los contratos eran difíciles o imposibles de entender”[1]En este punto resulta necesario preguntarnos ¿es posible cambiar esta realidad? ¿Cómo dejar en claro las cargas y las expectativas de las partes en una negociación?

Stefania Passera[2] , diseñadora legal desde hace más de una década se especializa en diseñar contratos con el objetivo de lograr documentos claros, centrados en el usuario y, sobre todo, efectivos. Actualmente, con el boom del pensamiento de diseñador para solución de problemas, este tipo de acuerdos pueden categorizarse como contratos visuales.

Lo curioso es que Passera no se refiere a usar solo gráficos para convertir un documento complejo en uno simple, sino en ayudar a los usuarios a alcanzar sus objetivos contractuales con elementos estratégicamente elegidos para lograrlo, sin sacrificar en ningún momento la seguridad jurídica de las partes.   

En Baxel Consultores, consideramos que, para lograr los contratos visuales necesitamos cuatro elementos.

  1. Por encima de todo, el conocimiento legal y la seguridad jurídica

Es válido afirmar que el conocimiento legal es un súper poder para aquellos que hemos estudiado derecho. Nos da perspectiva y nos permite navegar en un mundo de relaciones jurídicas salvaguardando lo justo, nuestros derechos y honrando nuestros deberes. Y como todo poder, viene con una gran responsabilidad, debemos usarlo sabiamente.

Sin embargo, algunas veces se traslada los costos de resolución de conflictos a futuro con contratos mal implementados, que sobre regulan las obligaciones de las partes y generan confusión con sus términos técnicos poco entendible para las áreas que ejecutan los acuerdos comerciales, que no necesariamente tienen conocimientos jurídicos.

Los contratos deben responder a su naturaleza, que es regular la voluntad de las partes asignando a cada una de ellas diferentes cargas de forma clara y justa, determinar los medios de solución de conflictos en caso fuera necesario y otros elementos accidentales del acuerdo. El reto es ser claro y simple sin ser simplista, es comprender el contexto donde se dan las relaciones jurídicas, no es lo mismo el contrato de Messi que el contrato de una tarjeta de crédito. 

Ana Holtz, abogada y diseñadora brasilera, afirmó que, como abogados, nuestra materia prima es la información y la especialización legal que tengamos, pues sirve como tamiz para elegir de forma estratégica qué información ponemos y qué no. Ser abogados especialistas en un tema es el primer paso para diseñar mejores contratos, nuestra experiencia es importante[3].

2. Principio de consistencia 

En este punto tomamos prestado del diseño y de las ciencias del comportamiento el principio de consistencia. Este implica generar productos familiares y, por lo tanto, intuitivos, con el objetivo de hacer la curva de aprendizaje más corta. Este principio es el que se vulnera cuando pensamos en la creación disruptiva y no tomamos en cuenta lo que el usuario ya conoce y espera.

Cuando este principio está presente en el diseño, las personas pueden transferir con mayor facilidad el conocimiento a nuevos productos[4]. Cuando pensamos en contratos visuales debemos partir de lo que los usuarios conocen y esperan de un contrato. Es un documento que las partes firman y enlista sus derechos y deberes. Es importante tomar en cuenta que no solo las personas a pie o gerentes son los únicos usuarios de los contratos, sino también los jueces. ¿Qué esperan ellos como medios probatorios para poder emitir una sentencia sobre obligaciones contractuales?

3. Lenguaje plano o claro 

Este concepto parte de usar el lenguaje como un medio para que el lector alcance lo que quiere saber y a partir de esta información ayudarlo a alcanzar sus metas. Un documento escrito con lenguaje claro permite que el usuario comprenda el contenido desde la primera lectura. El concepto también abarca el tamaño de letra, la disposición de los párrafos, las negritas, el contraste de tamaño de letras[5].

El lenguaje plano puede ser un reto para los apasionados de su profesión, sea cual sea, porque significa salir de los esquemas mentales que significa haber sido formado en una carrera. Es volver lo complejo del conocimiento técnico en la practicidad del lenguaje cotidiano.

4. Visualización de datos 

Los contratos visuales no son sinónimos de usar iconografía para reemplazar las ideas. Es, más bien, saber cuándo y qué gráficos usar para comunicar con eficiencia las ideas. Escoger gráficos responde al objetivo del mensaje. La parte gráfica complementa el mensaje de la parte escrita, no lo sustituye, no lo abruma ni lo contradice, sino resalta el concepto.

Podríamos hacer un símil entre el maquillaje y los elementos visuales. El maquillaje mal aplicado genera que quien se lo aplica se vea mal y hasta fuera de lugar. Sin embargo, utilizado de forma correcta, resalta y complementa la belleza natural. Lo mismo con los gráficos, si escogemos el gráfico errado podemos caer en la posibilidad de que nuestros contratos sean catalogados como trabajo de escuela y no como el documento jurídico que son.

Entonces… 

Un contrato visual es un documento analógico o digital que responde a las necesidades reales del usuario y comprende el contexto en el que se aplica, nunca sacrifica la seguridad jurídica y permite que la información sea transmitida de forma clara.


REFERENCIAS

[1] Sureka, A. (2019) How to Build Visual Contracts That Convey Commercial Value (and Make People Smile). https://www.icertis.com/blog/how-to-build-visual-contracts-that-convey-commercial-value-and-make-people-smile/  

[2] 2 Más información en: https://stefaniapassera.com/about/ 

[3] https://open.spotify.com/episode/0hg2lKieql8cZLCFfHjEra?si=P-W1bNofSt2TFiS144E5Sw 

[4] Nikolov, A. (2017) Design principle: Consistency https://uxdesign.cc/design-principle-consistency-6b0cf7e7339f 

[5] Para más información: https://plainlanguagenetwork.org/plain-language/que-es-el-lenguaje-claro/ 

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